Carlos Llamas

Mi gente me llama 'dormilón'. Yo no lo creo pero ya se sabe, cría fama y, nunca mejor dicho, échate a dormir. Quizá esta entrada les ayude a comprender las razones por las que con tan solo 14 me iba a la cama a las diez de la noche... Hacía apenas dos años que había descubierto la radio. Mi padre y mi abuelo, como quién dice, se levantaban y se acostaban con ella. Fue entonces cuando descubrí 'Hora 25' (Cadena SER). Era un programa de actualidad que se emitía (y se emite) de diez a doce de la noche. En la primera parte del mismo, y como si de un informativo se tratara, se repasaban las noticias del día. Más tarde comenzaba 'La Tertulia'. Me entretenía escuchar las opiniones de los participantes en ella e incluso me divertían las pequeñas polémicas que, fruto del debate, surgían en ocasiones. Carlos Llamas era su presentador. Su inconfundible voz y su sencillez a la hora de contar las cosas eran las marcas del programa. 'Hora 25' me enganchó tanto que una noche llamé para entrar en directo. Como cada viernes, a eso de las 23:30, los oyentes tomaban la palabra. Aquella noche el programa giró en torno a las intenciones de Bush de invadir Irak. Recuerdo que al principio me puse nervioso, pero pasados los segundos me tranquilicé. Para mí fue toda una experiencia. La figura de Carlos Llamas trasmitía serenidad. Era un hombre carismático a la vez que sencillo. Sus expresiones, llenas de sarcasmo, servían de cebo a una audiencia que se acostumbró a sus ácidos comentarios. Una enfermedad le obligó a dejar la radio en Septiembre de 2006. Su intención era volver y de hecho así lo hizo, pero una nueva recaída le separó para siempre de los micrófonos. Desgraciadamente su voz se apagó el pasado jueves.