Sala de espera
¿Alguien para recetas? - No señora, creo que usted es la única -. Sentado en una de las sillas de la sala de espera, el muchacho confiaba en ser recibido cuanto antes por la médico. A su alrededor, unos diez sufridos pacientes intercambiaban miradas. A la izquierda del chico esperaban dos ‘abuelillos’. Le llamó la atención ver cómo uno de ellos llevaba zapatillas de andar por casa. El otro, ya con zapatos, vestía la típica rebeca de lana que va dejando hilillos por todas partes. Justo en frente, un matrimonio aguardaba charlando. La mujer sostenía entre sus piernas una gran bolsa blanca con radiografías. A su lado, el marido parecía preocupado: no paraba de mirar el reloj y sus manos inquietas doblaban una tarjeta de visita que había encontrado en la mesa de la sala. El muchacho, que jugaba a adivinar qué le sucedía a cada cuál, encontró mejor pasatiempo cuando llegó una madre con su bebé. Al niño, arropado y con chupete, solamente se le veía la carita. Le resultaba gracioso ver cómo el bebé miraba a todas partes como sorprendido. Fue entonces cuando se abrió la puerta de la consulta. ¿Cazorla Villarubia, Alfredo?. - Sí, soy yo -. Adelante, ¿qué le ocurre?
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8 Comments:
Bonito nombre!!:):):):):)
5:49:00 p. m.
Muy original!
7:58:00 p. m.
jaja! es cierto, en las salas de espera de los medicos suele haber muchas caras de circunstancia!
11:25:00 p. m.
Si es que la verdaad es que si nos paramos a pensar, nos pasamos casi la vida entera esperando algo!
12:40:00 p. m.
relato realista y cn fnal abierto, como a mí m gustan... tas malico?
2:37:00 p. m.
Eso va a ser una angina de pecho! ;)
7:14:00 p. m.
entonces te duele el lobulo de la orejilla izquierda!!??! ;)
9:31:00 p. m.
Hombre, que si vieras las salas de espera de urgencias del seguro social de mi país, te infartabas de veras. Allí ves viejitas con las tripas de fuera, accidentados inconscientes en el suelo esperando al camillero. En fin, que aún así damos gracias que no vivimos en el África. Linda historia.
10:35:00 p. m.
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