Mañana de Reyes

“¡Despierta, que ya han venido los Reyes!” - Pero, ¿qué hora es? - “¡Las cuatro, corre!” Mientras su hermana iba al servicio, él se acercó al cuarto de su madre: “Mamá, ¿qué es esto que hay en el salón?”. Minutos después, la mesa y los sillones estaban llenos de cajas y de envoltorios de papel. Un año más, Sus Majestades habían venido. Aún con 21, todavía sentía la misma ilusión que cuando chico. Llegó de la Cabalgata sobre las diez, cenó algo y se acostó. El hecho de no poder dormirse a las primeras de cambio le tranquilizó. Ahora y entonces, la ilusión y los nervios hacían que el sueño tardara más de lo normal en llegar. Era momento de pensar, de recordar cómo era todo antes... Hubo veces en que cuando llevaba horas supuestamente dormido y escuchaba ruido en el salón, le daban ganas de levantarse y pillar a los Reyes con las manos en la masa. Tenía amigos que decían que se habían despertado de madrugada y que los habían pillado dejando los regalos, él sin embargo, nunca se atrevió a abrir la puerta. Hubo incluso un año en que puso cartelitos por casi todas las paredes para que Sus Majestades no se perdieran, y otro en que los Reyes Magos pusieron los regalos por toda la casa, uno en cada habitación. Es cierto que de eso han pasado ya algunos años y que hay cosas que han cambiado pero... ¿Qué más da? La ilusión sigue siendo la misma que la de entonces así que: "... Queridos Reyes Magos, este año creo que he sido bueno y por eso me voy a pedir ...".